El presidente Gabriel Boric dejó claro en su primera cuenta pública que su política medio ambiental nacional e internacional es ambiciosa, porque cuando hablamos de pobreza, hambre, migración, lo que subyace a todas las anteriores es la agonía del planeta ante una extrema utilización de la biodiversidad y con ella, de los territorios. Una Política Exterior Turquesa, la anunciada creación de corredores marinos en el Pacífico junto al Gobierno de Canadá, y la promulgación de la Ley de Cambio Climático el Día Internacional del Medio Ambiente, ponen a prueba la capacidad política de unir esfuerzos para encauzarlos.
Cualquier acción que se diseñe e implemente para reducir emisiones de gases de efecto invernadero, y mantener la temperatura bajo los 2,0ºC incluye el uso de minerales, agua, suelo que, entre otros, permiten la expresión, biológica, ecológica y social que distingue a cada territorio y comunidad. La resiliencia del clima necesita de la resiliencia ecológica y no habrá economías saludables sin un medio ambiente saludable, por ello es útil analizar en detalle las cifras y conclusiones de un reciente reporte sobre el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) a nivel global, “From Crisis to Sustainable Development: the SDGs as Roadmap to 2030 and Beyond”. Este señala que “la diplomacia, la paz y la cooperación internacional” son condiciones necesarias para el progreso de los ODS 2030 y que se requieren mayores esfuerzos a nivel financiero y político, y aunque los países desarrollados o países “ricos” ocupan los primeros lugares del ranking en el cumplimiento de los ODS, son los que generan mayores impactos negativos a nivel internacional producto de cadenas de suministro y consumo insostenibles. Los países de Las Américas, en cambio, generan menos impactos negativos globales y mayores beneficios.
El cumplimiento de metas parece esquivo ante la crisis económica y pandémica, sin embargo, existen oportunidades si logramos que cada acción, política pública y corporativa, implique la ineludible integración de las agendas ambientales, sociales y climáticas. Por ello es que en Latino América y el Caribe debemos caminar con un ambiciosa agenda ambiental y social, que releve la importancia vital de la región para su comunidad y la del mundo.
Nuestra región alberga cerca del 60% de la vida terrestre de nuestro planeta, concentra el 20% de las áreas clave de biodiversidad identificadas a nivel global, solo América del Sur posee el 40% de la biodiversidad del mundo, el 25% de los bosques y el 26% de los recursos de agua dulce, de acuerdo a un estudio de la Unión Internacional de la Naturaleza (UICN 2015). Sin embargo, la mayoría de los países de las Américas están usando la naturaleza más intensivamente que el promedio global, para cubrir las necesidades locales y globales, excediendo la capacidad de renovación de la naturaleza.
La Política Turquesa expresa la necesidad de cambiar el eje de la economía y uso de la naturaleza. Es una forma amable de combinación visual verde-azul por la integración entre los ambientes terrestres, costeros y oceánicos, ríos, ecosistemas áridos y patagónicos, suelos, piedras, y más, conectados de Cordillera a Mar. El esfuerzo realizado por México, Colombia y Chile, entre 2015 y 2017, con la creación de grandes áreas marinas protegidas viene ahora a ser complementado con la intención expresada por el Presidente Boric, junto al gobierno de Canadá, de crear corredores oceánicos para la protección de ecosistemas marinos.
El Gobierno de Chile ha enfatizado las políticas públicas medioambientales ad portas de la IX Cumbre de Las Américas, lo que marca un liderazgo, y ante la incertidumbre, ofrece una oportunidad para reducir las brechas y poner en marcha acciones contundentes y mancomunadas, considerando el aporte de la región, con su identidad ecológica, cultural y científica.
(#) Alejandra Figueroa Fernández, bióloga. Directora de Corporación Capital Biodiversidad.
Marta Maurás Pérez, socióloga, diplomática y experta en relaciones internacionales.
Integrantes del Foro de Política Permanente de Política Exterior de Chile.
Miembros del Programa de Salud Global, U. de Chile.